Sin duda, el pasado sábado era la jornada idónea para conocer el verdadero nivel de nuestros cadetes. El rival, Almendralejo, es un hueso duro de roer y sobre todo en su campo. Desde el primer minuto trataron de mostrar sus cartas habituales, defensa individual muy agresiva y gran velocidad y movilidad en sus movimientos de ataque. Pero los nuestros saltaron bien concentrados y sin intención de dejar la más mínima opción. La gran capacidad de anticipación defensiva y la fluidez de nuestro ataque hizo recular a los locales a una defensa zonal que se mantuvo todo el encuentro. Nuestro ataque comenzó a atascarse pero sin ceder en el marcador salvo los últimos cinco minutos del segundo cuarto, en los que la ansiedad, la precipitación y la desconcentración nos hizo ceder 12 puntos de ventaja al descanso que al final resultarían decisivos.

 

            La encomiable actitud de trabajo, sacrificio y paciencia permitió a los nuestros recortar hasta diez puntos, a pesar del durísimo golpe moral de la lesión de Molinillo (desde aquí le deseamos una buena recuperación) y de la excesiva agresividad de la defensa local (permitida en exceso por los arbitros). En el último cuarto, los locales se estrellan contra nuestra zona pero no conseguimos culminar la remontada. En definitiva, tres cuartos ganados y un partido perdido por culpa de una racha local de apenas cuatro minutos. En canchas como esta no se puede bajar la guardia ni un segundo.